sábado, 29 de junio de 2013

Dead man walking




El día era oscuro y lluvioso, un día acorde con sus circunstancias y su ánimo, y eso estaba bien, no le habría sentado nada bien marcharse en un día soleado.
Mientras se duchaba su mano rozó la cicatriz, aún bastante fresca, que el bypass había dejado en su pecho y sonrió con ironía pensando que, al fin, había encontrado a gente más vengativa que él mismo... y eso que él había dedicado media vida a vengarse.
Por eso estaba ahí, ahora, claro, por esa insaciable sed de venganza que le había llevado a acabar con la vida de los tres jóvenes, borrachos y drogados, habían acabado con la vida de sus padres en un maldito accidente de coche hacía ya quince años. Los había perseguido, rastreado, espiado y, finalmente, matado uno por uno, sin remordimiento, sin lástima y, tras quince años de persecución, casi sin rencor. Era un trámite, un deber que debía cumplir y lo cumplió. La ley no se aplicó como él deseaba y él se convirtió en la ley.
De modo que entendía perfectamente que ahora, la ley, el estado, la sociedad o lo que quiera que fuese que iba a matarle, quisiera venganza pero había cosas que, simplemente, no comprendía.
Acarició la suave piel de la cicatriz.
El infarto supuso un instante de alivio, se sintió extrañamente relajado al pensar que ahí se acabaría todo. Ni última cena, ni “dead man walking”, ni inyección letal, simplemente su corazón deteniéndose allí, en su celda, en soledad... Pero no hubo suerte. Un guardia lo descubrió y fue inmediatamente trasladado a un hospital donde fue operado y atendido por el mejor equipo médico. Y, tras ser dado de alta, fue cuidado y atendido como si su corazón tuviera aún muchos latidos que producir en lugar de tener fijado el día de su parada definitiva.

El sistema judicial, la ley, la sociedad, los guardias que lo vigilaban no podían permitir que la muerte les arrebatara la venganza. Lo habían mantenido con vida para disfrutar del placer de matarlo. Podía entender la venganza pero hasta a él le parecía ridículo llevarla a semejante extremo.
El momento se acercaba, los minutos parecían transcurrir con inusitada prisa. Mejor dejar las meditaciones e intentar terminar el libro que estaba leyendo, le daría mucha rabia morirse sin conocer el final.
Justo cuando oía los pasos de los guardias que iban en su busca, leyó la última página. Cerró el libro, lo depositó con cuidado sobre el catre perfectamente hecho y se puso en pie.
Camino de la sala de ejecuciones donde le inyectarían la muerte, volvió a pensar en aquella cicatriz aún fresca y palpitante y en la inutilidad del trabajo de aquellos hombres y mujeres que habían luchado tan arduamente para mantener con vida a un hombre muerto.






6 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho tú manera de escribir, es realmente genial. Y el relato es duro, está escrito con "firmeza" (para llamarlo de alguna forma) y realmente me ha dejado algo dentro... Está genial.
    Un beso

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  2. ¡Qué bueno, Nanny!
    Sí que es verdad que es un relato muy duro, pero tú sabes como nadie retratar esas realidades.
    Un beso, preciosa.

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  3. ¡Jo*** qué bueno, Nanny! Qué bien contado, qué bien llevado hasta ese final que me parece perfecto: ese acabar el libro en el momento justo y ese "haber mantenido con vida a un hombre muerto" que es demoledor.
    Enhorabuena, jamía, es un relato de antología.
    Abrazo enorme.

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  4. Para mi el mejor relato de los publicados esta semana en el Tintero, junto -perdón por la inmodestia y también por la claridad- el que yo escribí. Así nos lo hemos reconocido ambos, dándonos la puntuación máxima en las votaciones. Y te aseguro que no a mi no me movió ninguna simpatía por ti, que la tengo pero eso no es óbice, valladar ni cortapisa. Como dice Vichoff, lo que es, es. En este caso un relato espléndido, original, fuerte, crítico, llevando la ironía, la maldad y el absurdo de la vida hasta el límite. En fin, fue mi cinco con todas las de la Ley. Las de la Ley de lector, claro. Eres una espléndida escritora, Nanny. Pero eso no lo voy a descubrir yo a estas alturas.

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  5. Qué extraordinario paseo por la mente… Es todo un acierto desarrollar la historia a través de los pensamientos del personaje y con un final, como dice vichoff, no se me ocurre mejor expresión, demoledor.

    Cada cicatriz tiene una historia, tú lo has demostrado con maestría, Felicidades.

    Besos y abrazos.

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  6. Claudietha: Muchísimas gracias, Claudietha (qué bonito nombre), espero seguir "viéndote" por aquí ;)

    Laura Frost: Ya sé que es un relato duro pero... bueno, esa realiad es bastante dura...

    Vichoff: Muchas gracias, Fefa, cada vez que pasas por aquí me sonrojas :D

    Emilio: Efectivamente, esta semana hemos tenido intercambio de cincos, ese relato tuyo se lo merecía (ya se lo había merecido antes). Muchas gracias por el tuyo y por defender este relato mío que, al parecer, ha gustado más de lo que yo esperaba :)

    Mari Carmen Azkona: No creo que haya mejor manera de contar esta historia que desde el punto de vista del que está a punto de morir... no sé si, quizás, demasiado serenamente...

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Yo ya he hablado demasiado, ahora te toca a ti...

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