Apoyado en el alféizar, el pequeño Ahmad cuenta:
-... Veinte, veintiuno, veintidós...
Su tía Nasrin lo llama con suavidad:
-Vamos, Ahmad, es hora de irse a la cama.
-No puedo, tía, estoy ocupado. Veintitrés, veinticuatro, veinticinco...
-¿Ocupado en qué? -pregunta Nasrin.
-Cuento las estrellas. Treinta, treinta y uno, treinta y dos...
-¿Y por qué?
-Para que mamá vuelva a casa. Treinta y cuatro, treinta y cinco...
-¿De dónde has sacado eso?
-Me lo dijo uno de aquellos hombres que se llevó a mamá: cuenta las estrellas y cuando sepas el número exacto de ellas en el cielo, tu mamá regresará. Luego rió, no sé por qué.
Nisran guarda silencio.
Ahmad cuenta:
-Treinta y nueve, cuarenta...
¡Qué lindo Nanny! Un beso especial
ResponderEliminarWinnieO: Muchas gracias, Winnie :)
ResponderEliminarQuizás luchando por lo imposible consigamos que los malvados dejen de reírse. Quizás, alguna vez, las estrellas descarguen su energía sobre ellos y los aniquilen. Al menos, que los cuentos consigan que tomemos conciencia de la perversidad y degradación a la que pueden llegar algunos que no merecen llamarse humanos. El combate entre el bien y el mal es difícil de ganar por el bien, pues el mal tiene muchos disfraces. Muy bien, Nanny, palabras que dicen tanto...Como siempre en tu escritura.
ResponderEliminarHce soñar.. los niños hacen soñar y tú lo plasmas perfectamente.
ResponderEliminarUn beso.
Que triste y que bello.Un besazo
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