jueves, 23 de septiembre de 2010

Apuntes del natural


Triángulo


Hora de la siesta. Hoy no es un día de mucho calor y entra una brisa muy agradable por la ventana semiabierta.
Esta tarde, la cama ofrece uso comunal y familiar. En el lado derecho, mi marido echa una siesta. Atravesada en la cama, usando sus piernas como almohada, yo leo. En el lado izquierdo, con sus piernas sobre mi estómago y su cabeza cerca de la de su padre , la niña juega con la Nintendo DSi.



Formamos un triángulo perfecto.



Los minutos pasan perezosos y tranquilos.






Mal

abares


Paseo veraniego. Gente que va

y que viene por una calle comercial. Artistas callejeros, principalmente músicos, ofrecen su arte a quienes por allí pasan. Un joven -muy joven- practica juegos malabares con pequeñas pelotas. A su lado un cartel en el que solicita dinero para comprar más bolas.
Mientras pasamos a su lado observamos que las bolas que el

muchacho maneja pasan más tiempo rodando por el suelo que volando de mano en mano.

Viéndolo es fácil entender por qué pide dinero para más bolas...



Luna llena


Volvemos a casa después de un breve paseo. A nuestra d

erecha, el sol desciende y ya queda oculto por árboles y chalets. A nuestra izquierda, una luna enorme y brillante luna llena, asoma entre nubes.

No podemos evitar detenernos unos instantes a contemplarla y disfrutarla. Me pregunto si otras personas también se habrán dado cuenta de esta espléndida visión de nuestro satélite.

Miro a mi alrededor y constato que, al parecer, a nadie más parece interesarle. Somos los únicos que disfrutan de este pequeño regalo para la vista.


El resto de transeúntes sigue a lo suyo, sin alzar la vista ni por un segundo hacia el espectáculo gratuito que la naturaleza está ofreciendo.


Definitivamente, somos unos bichos raros... y yo me alegro.








viernes, 10 de septiembre de 2010

Gracias

A mi marido porque sí...



Gracias por ser y por estar.


Gracias por existir.


Gracias por vivir tu vida conmigo.


Gracias por dejarme vivir mi vida contigo.


Gracias por enseñarme, gracias por aprender de mí.


Gracias por descubrirme cosas y dejar que yo te las descubra a ti.


Gracias por lo que juntos aprendemos y descubrimos.


Gracias por compartir tus alegrías y tus penas.


Gracias por compartir mis alegrías y mis penas.


Gracias por ser valiente donde otros fueron cobardes.


Gracias por confiar donde otros dudaron.


Gracias por transformar en henchida realidad lo que otros dejaron en vanos sueños.


Gracias por no ser el hombre de mis sueños sino el de mi realidad cotidiana.


Gracias por no ser un príncipe azul sino el hombre que me acompaña.


Gracias por no construir castillos en el aire sino un hogar en tierra firme.


Gracias por ser especial y hacerme sentir especial.


Gracias por la vida que juntos construimos.


Gracias por aceptar mis defectos y valorar mis virtudes.


Gracias por descubrir junto a mí lo bien que sabe la vida cotidiana.


Gracias por cada día que pasamos juntos.


Gracias por nuestras charlas, nuestros chistes privados, nuestros silencios, nuestros paseos...


Gracias por compartir la aventura de tener una hija y verla crecer juntos.


Gracias por ir cumpliendo años a mi lado.


Gracias por cada libro, película o canción que me has descubierto. Gracias por cada libro, película o canción que me has dejado descubrirte.


Gracias por todo lo que te has esforzado y te esfuerzas cada día por nuestra familia.


Gracias por ser el mejor marido y el mejor padre.


Gracias por ser mi mejor amigo.


Gracias por cada beso, cada abrazo, cada caricia que me das y gracias por cada beso, cada abrazo y cada caricia que puedo darte.


Gracias por seguir mi mismo camino y caminar a mi lado.


Gracias por lo vivido y lo por vivir.


Gracias por ser.


Gracias por estar.


Gracias por existir.



Karma

  El viejo monje observaba la delicada mariposa posada en su dedo. ‒Una vez fui como tú -le dijo-, y una vez tú fuiste como yo. Lo recuerdo ...