viernes, 21 de agosto de 2009

Loretta

Hubo un tiempo, hace ya varios años, en que Loretta fue feliz.


Hubo un tiempo, hace ya varias estaciones, en que Loretta conoció el amor verdadero.


Hubo un tiempo en que, durante un año, Loretta había vivido una maravillosa historia de amor. Exactamente durante un año. Luego, todo había acabado y el amor de Loretta desapareció sin una palabra, sin un adiós, sin una explicación.


Entonces, a punto de ahogarse en un mar de tristeza, Loretta se aferró a una balsa de añoranzas que la mantuviera a flote. Escogió una primorosa caja de madera de sándalo y, con sumo cuidado, fue guardando en ella los recuerdos y tesoros de su gran amor: tres rosas marchitas, dos cartas perfumadas, cuatro piedras de colores, algunas fotos, una tarde de otoño, un paseo por la playa, cinco sonrisas, decenas de besos, varios abrazos, unas cuantas caricias, las lágrimas de la despedida y otras cosas más.


Cuando acabó de guardarlo todo, Loretta se dispuso a esperar el regreso -que ella creía seguro- de su gran amor.


Cada tarde, al llegar a casa, Loretta se preparaba un té de jazmín, tomaba la primorosa caja de madera de sándalo, se sentaba en su sillón favorito y, cuidadosamente, iba sacando uno a uno aquellos recuerdos, acariciándolos con nostalgia, sonriendo a veces, otras llorando y con el alma llena de melancolía y esperanzas.


Día tras día, Loretta repetía el mismo ritual.


Día tras día, Loretta dejaba vagar su mirada soñadora imaginando el regreso del que se fue tan sorpresiva como silenciosamente.


Y quince años después de desaparecer, el hombre que Loretta había añorado y amado, el hombre que había sido su gran amor, el hombre que la había abandonado, llamó a su puerta.


Volvía a pedirle perdón.


Volvía porque él también la añoraba.


Volvía a buscarla y a amarla.


Volvía, después de tantos año, él volvía, por fin, a su lado.


Loretta lo miró con incomprensión y perplejidad. Aquel hombre no era el que ella esperaba. Su amor, aquél que despareció un día, era joven, mientras que el que había tocado a su puerta era un hombre maduro. El hombre que amó tenía la mirada brillante y el gesto arrogante, éste era un hombre humillado sin brillo en los ojos. Aquél que la dejó abandonada tenía la piel tersa y la sonrisa amplia, este que tenía delante tenía unas incipentes arrugas.


Él se desesperaba ante la perplejidad de ella pero nada pudo hacer.


Loretta cerró lentamente la puerta. Medio aturdida, medio asustada ante ese loco que pretendía hacerse pasar por su amor.


Él, tras unos segundos de pasmo ante lo ocurrido, bajó la cabeza con tristeza, se dio media vuelta y se alejó para no regresar.


Ella regresó lentamente a su sillón favorito, a su té de jazmín, a su caja de sándalo, a su lenta lluvia tras las ventanas y a su eterna espera.




20 comentarios:

  1. ¡Qué relato tan sentido Nanny! Afloran los sentimientos de pasado y presente, de lo que muchas veces nos empeñamos en esperar y en creer,aun cuando no nos hará felices ni recuperar nada...¡Me ha gustado mucho!. Besos

    ResponderEliminar
  2. un amor que se va nunca volverá , aquí me queda bien claro.

    ResponderEliminar
  3. A MI ME PASA CUANDO VEO FOTOS DE HACE 20 AÑOS Y LUEGO ME VEO EN EL ESPEJO CUANDO ME LAVO LOS DIENTES.
    BESOS.

    ResponderEliminar
  4. Nunca somos los mismos. Incluso de un día para otro hemos cambiado.
    Y más en quince años.

    Es un relato tierno y desesperadamente doloroso.
    Una maravilla.

    ResponderEliminar
  5. Bonita historia. Algo triste tal vez, pero que te hace pensar en las oportunidades perdidas y en la inexorable presencia del tiempo que no perdona.

    ResponderEliminar
  6. Loretta me parece un poco culpable de una actitud bastante extendida: la de no comprender que los demás cambian, la de no evolucionar... Como relato queda muy bonito, pero como actitud vital me parece nefasta.

    ResponderEliminar
  7. Aysss...por un momento creí que la historia acabaría bien, pero la gracia de tus giros le dio a Loretta con la realidad en pleno rostro y claro...no es fácil de digerir jejejje
    Un beso wapaaaaa

    ResponderEliminar
  8. La Penélope de Serrat, ¿no? Estaba esperando esa canción como banda sonora de este post. En fin, pobre Loretta (últimamente te ha dado por los personajes desgraciados). Un beso

    ResponderEliminar
  9. Y es que por mucho que nos empeñemos, nada es igual con el paso del tiempo,
    Mientras te leía, recordaba la canción de Serrat "Penélope", me la has recordado.

    ResponderEliminar
  10. Uhy, Nanny!!

    Qué historia... Sentí penita, por ella. De verdad fué amor eso. O una ilusión. Cuándo alguien te quiere de verdad, al menos da una explicación, de las cosas...

    Menos mal, que ella no aceptó, ese hombre que tocó su puerta. Qué mal, esperar tantos años. Para pedir disculpas... No habla bien de ese ser...

    Besitos, Nanny!

    ResponderEliminar
  11. Bien por Loretta ...se largó a comprar tabaco y le dio tiempo a fumarse la vida entera.

    ResponderEliminar
  12. Vale, a mi Loretta me recuerda un poco a Penelope...

    ResponderEliminar
  13. Pues no se que de decir... tal y como lo describes parece una amor bastante superficial, pero por otro lado, me parece esperar demasiado tanto como para una negativa así... :S

    Supongo que la moraleja es que ningún amor espera tanto. Ni el ofensor para pedir perdón, ni el ofendido para perdonar. ¿o no? :S

    Besos!

    ResponderEliminar
  14. Es un relato precioso, me ha gustado muchísimo, tiene encanto y ternura. ^_^

    Besotessssssssss

    ResponderEliminar
  15. Entiendo la maravillosa imagen del recuerdo y la desilucion que produce el ver algo cuando ya no es como se lo recordaba.
    Besos

    ResponderEliminar
  16. El tiempo pasa para todo... hasta para el amor.

    Quizá ella estaba más enamorada de lo vivido que de la persona.

    Un besitooo

    ResponderEliminar
  17. Pues no me ha gustado la historia... Primero él juega con ella y la tiene quince años esperando, viendo fotos y recuerdos. Luego, el muy necio decide que ya está bien de perrear por ahí y que seguro que la muy tonta todavía lo espera, lo cual además es cierto. Y luego ella que ha perdido la razón pués perdió la noción del tiempo, del paso de los años, del amor... y el, visto lo visto, pone pies en polvorosa no vaya a ser que le toque cuidarse de la loca... No se, no veo el amor por ningún lado, lo bonito de la historia... Ya te digo, como relato, perfecto, la historia es lo que no me gusta, me pone triste la estupidez humana, me recuerda... mejor callo.

    Además, para escribir cosas tristes no estaba yo?

    ResponderEliminar
  18. pufff, parece que guardamos en nuestros corazones imagenes distorsionadas por nuestros propios deseos...

    ResponderEliminar
  19. No sé si realmente puede haber afectos tan enquistados que lleguen a hacer que uno deje de vivir y de ser. Pero si ocurre, es realmente triste.

    Encoje el corazón tu relato, Nanny. Sobrebio...

    Un gran abrazo.

    ResponderEliminar

Yo ya he hablado demasiado, ahora te toca a ti...

Karma

  El viejo monje observaba la delicada mariposa posada en su dedo. ‒Una vez fui como tú -le dijo-, y una vez tú fuiste como yo. Lo recuerdo ...